22 de febrero de 2012

LA ASAMBLEA DE LAS MUJERES de Aristófanes

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PERSONAJES:
PRAXÁGORA.
UN HERALDO.
VARIAS MUJERES.
TRES VIEJAS.
CORO DE MUJERES.
UNA JOVEN.
BLEPIRO, marido de Praxágora.
UN JOVEN.
UN HOMBRE.
LA CRIADA DE PRAXÁGORA.
CREMES.


La escena representa una plaza, en Atenas, donde están la casa de Praxágoras y otras
dos casas. Praxágoras sale de la suya disfrazada de hombre con una lámpara en la
mano.


PRAXÁGORA.-(Parodiando ciertos prólogos trágicos.) ¡Oh lámpara preciosa de
reluciente ojo que tan bien iluminas los objetos visibles! Vamos a decir tu nacimiento y
tu oficio; labrada sobre el ágil torno del alfarero tus brillantes narices rebrillan como
soles. Lanza con tus llamas las señales convenidas...
Tú eres la única confidente de nuestros secretos, y lo eres con motivo, pues cuando en
nuestros dormitorios ensayamos las diferentes posturas del amor, tú sola nos asistes y
nadie te rechaza como testigo de sus voluptuosos movimientos. Tú sola, al abrasar su
vegetación feraz, iluminas nuestros recónditos encantos. Tú sola nos acompañas cuando 
furtivamente penetramos en las despensas llenas de báquicos néctares y sazonadas frutas; 
y, aunque cómplice de nuestros deleites, jamás se los revelas a la vecindad. Justo es, por 
tanto, que conozcas también los actuales proyectos aprobados por las mujeres, mis
amigas, en las fiestas de los esciros. Pero ninguna de las que deben acudir se presenta; ya 
empieza a clarear el día y de un momento a 'otro dará principio la Asamblea. Es necesario 
apoderarnos de nuestros puestos, que, como ya recordaréis, dijo el otro día Firómaco,
deben ser los otros, y una vez sentadas, mantenernos ocultas. ¿Qué les ocurrirá? ¿Quizá
no habrán podido ponerse los barbas postizas, como quedó acordado? ¿Les será difícil
apoderarse de los trajes de sus maridos?-¡Ah! Allí veo una luz que se aproxima. Voy a
retirarme un poco, no sea un hombre.
MUJER PRIMERA.-Ye es hora da ponerse an marcha; cuando salíamos de cese, al
heraldo he cantado por segunda vez.
PRAXÁGORA.-Y yo me he pasado toda le noche en vale esperándoos. Paro ... un
momento; voy e llamar e esta vecina arañando suavemente su puerta, porque as preciso
que su marido no nota nada.
MUJER SEGUNDA.-Ye ha oído, el ponerme los zapatos, el ruido da tus dedos, pues no 
estaba dormida; mí marido, querida, as un marinero da Salamina; me he estado atacando 
toda le noche bajo les sábanas; hasta ahora no he podido cogerle esta manto que vas.

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